Cursors Un paseo con los perros: Nos fuimos a Periana!

Nos fuimos a Periana!



EXCURSION PERIANA

  Me han encargado hacer un reportaje del paseo que hicimos Ron, Homer, Mico, Bolo, Kira, Pope y yo misma, el sábado pasado, por los alrededores de Periana, cerca del pantano de La Viñuela.
   Ya por la mañana temprano, me di cuenta, por el calzado que se pusieron mis amigos humanos, y por el paseo corto que hicimos, de que la cosa iba de marcha. ¡¡¡Bien!!!  Bajamos a la Guardería, y allí estaba Kira. Nuestros cuidadores comentaron algo así como que “se les han pegado las sábanas”. Ellos sabrán a qué se referían…
   Finalmente, después de llegar todos mis congéneres: Homer, Ron, Mico, Bolo, Kira y Pope, subimos a los coches, (yo a regañadientes, como siempre) y nos pusimos en camino.
   Pasamos Periana y aparcaron los coches junto a unas casas. Iniciamos la caminata.
   La verdad es que, una vez pasado un terreno lleno de cascotes y otros desechos, el camino de tierra estaba bastante bien acondicionado, de forma que mis patitas no se resintieron y parece que a mis amigos también les encantó, visto como corrían de aquí para allá, moviéndose entre los humanos.   

     La mañana era calurosa, aunque una oportuna brisa, hacía agradable el paseo. Doy toda la razón a Encarna, que fue la que dijo que esta ruta valía la pena y que las vistas a las montañas y al pantano eran impresionantes. Yo, aunque soy bajita, puedo dar fe de ello: de la belleza y variedad de la vegetación a ambos lados del camino, con su inmensa variedad de colores y flores, que perfumaban el aire; de los montes, de crestas rocosas y laderas verdes, de las que surgían  pueblecitos blancos; del pantano de la Viñuela, allá abajo, del que se veía totalmente la línea de su ribera… en fin, todo un regalo para la vista.


      Ni que decir tiene, los humanos se detenían, en ocasiones, a contemplar todo lo que nos rodeaba, en especial las flores y las vistas al pantano…


  … y a veces a descansar a la sombra de los árboles



   Pero la marcha continuaba, siempre bajo la atenta mirada de Rafa, el protector de Homer, quien siempre inmortaliza con su cámara todas nuestras salidas.




   Todos caminábamos con buen ánimo. Pope abriendo brecha, yendo de un sitio a otro, controlando. Homer, con sus habituales buenas maneras, caminaba con elegancia; Kira, comprobando alternativamente la presencia de sus humanos favoritos y, a la vez, metiendo un poco más de maraña entre los nada beatíficos Mico, Ron y Bolo. A mi me caen especialmente bien Ron y Homer, siempre que no se pongan pesados. También Pope, por lo “gamberro” que es, aunque esto le cueste pasarse bastante tiempo “en alto”. Debe ser que le gustan las alturas. ¡Ah!, olvidaba decir que, como ya es costumbre, yo cerraba la expedición, cuidando de los míos.


      Uno de los momentos más emocionantes del paseo fue cuando, no se cual de mis amigos, encontró un hilillo de agua y una minúscula balsa de agua. Naturalmente, Ron, Mico, Bolo y Pope se zambulleron y refrescaron, saliendo todos llenos de barro, pero felices. A mi no me dejaron participar de la fiesta pero, eso sí, algo de color marrón en el pecho sí pillé.



   Es una pena no disponer ahora de las fotos de Rafa. Esas sí hubieran dejado bien claro cómo de oscuros quedaron mis amigos despues del refrescante baño.
    Pero lo mejor estaba por llegar. Mira por donde, desde el camino vimos una una gran balsa natural de agua limpia que, aunque parecía ser de propiedad privada, era demasiado tentadora como para pasarla por alto. Así que bajamos todos y, sin pérdida de tiempo, Ron, Mico, Pope y Bolo, se metieron al agua y bañaron. Claro, al poco rato, el agua se había vuelto marrón y a mi tampoco en esta ocasión me dejaron que acompañara a los demás en el baño, ni siquiera echar unos traguitos de tan coloreada agua. Total, que solo conseguí acentuar un poco más el bonito color pectoral que ya tenía.


   Junto al agua los humanos comieron bocadillos y un trozo bien majo de una riquísima tortilla hecha por Encarna, de la que participé con un trocito que Ignacio mezcló con mi pienso. Debia tener remordimientos por no haberme dejado jugar con mis amigos.

   Después de esto, seguimos caminando un trecho, hasta que se decidió regresar por el mismo camino.

  
   En el pueblo, mientras Bolo, Ron, Mico, Pope, Kira descansaban y yo ladraba a todos los intrusos, los otros se dedicaron a tomar algo fresco, según decían: ¡A saber qué!
   Eché mucho de menos a los humanos Emi, Kirsten y Ana, pero sobre todo a DUNA que, como buena madre, se ha quedado con sus crías.
   No se cómo habrán transcrito Ignacio y Victoria mi relato sobre la excursión, (seguro que han empleado un lenguaje repipi), pero lo que les he pedido que dejaran claro, es que:
¡¡¡ ha valido la pena!!!
LULA




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5 comentarios. Pincha aqui para escribir uno:

Rafa dijo...

El contenido gráfico necesito que me lo mandes aparte Lula, no incrustado en el word.

Genial la narración! Un lametón!

mico dijo...

Me ha parecido volver a esos sitios por lo bien que lo cuentas todo, lo malo es eso: que lo cuentas todo y ahora se que no estoy entre tus favoritos, pues que conste que tu siempre me has caido muy bien, en fin ¡vida de perro la mia! Lametones!

Rafa dijo...

Bueno, conseguí las imágenes.

Cuando nos volvemos a ir?

Pope dijo...

Luulaaa,enhorabuena! No conocía este toque intelectual tuyo. Me gusta...

Bolo dijo...

Homer, cuida de tu dueño que tiene el ojo malito... portate bien y no le des disgustos jejeje...Un lametón para todos...

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